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SI QUIEREN GASTAR MENOS EN CÁRCELES, INVIERTAN MÁS EN EDUCACIÓN

sábado, 30 de mayo de 2009

KUROSAWA, Akira: Los sueños

Creo que los sueños son sucesos creados en el cerebro desinhibido de un individuo mientras duerme, y que son provenientes de un intenso deseo que permanece oculto en lo profundo de su corazón al estar despierto.
Un evento en un sueño es un fenómeno extraño que posiblemente no pueda ocurrir en la realidad... Y aun así posee sentimientos sensoriales como si fuera una experiencia real. Esto sucede porque el sueño es el fruto del más puro e íntimo deseo humano. En mi opinión, el sueño es el máximo medio de expresión posible de esos deseos más íntimos.
El individuo es un genio mientras duerme...
Audaz y sin temores, como un genio.
Este fue el punto principal que tuve que tener en cuenta al hacer este filme sobre ocho sueños descriptos en mi guión. Expresiones audaces e intrépidas fueron esenciales para la realización de este filme.



AKIRA KUROSAWA


Conocido como el "Emperador del cine", nace en Tokio el 23 de marzo de 1910 y fallece el 6 septiembre de 1998 en la misma ciudad.
"Los sueños de Akira Kurosawa" (1990) cuenta en la producción con dos prestigiosos admiradores del cineasta, George Lucas y Steven Spielberg.
El 3 de enero de 1990 Kurosawa es galardonado con el Oscar honorífico lo que supondrá un gesto de reconocimiento que avala toda una carrera dedicada al mundo del cine y una obra que ha abierto no pocas vías de comprensión entre Japón y el resto del mundo.

miércoles, 27 de mayo de 2009

POUND, Ezra: La buhardilla

Pablo Picasso
L'Aubade, 1942
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..
Ven, apiadémonos de aquellos que tienen
más que nosotros.
Ven, amiga mía, y recuerda
que los ricos tienen mayordomos
y carecen de amigos
y que nosotros tenemos amigos
y no mayordomos.
Ven, apiadémonos de los casados y solteros.
La aurora entra con sus piececitos
como una Pavlova dorada
y yo estoy cerca de mi deseo.
No hay en la vida cosa mejor
que esta hora de clara frescura,
la hora de despertarnos juntos.
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Ezra Pound
(EE.UU., 1885/1972)
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Poeta y ensayista norteamericano nacido en Hailey, Idaho, en 1885. A la edad de doce años ingresó a Cheltenham, una escuela militar donde estudió griego y latín. Luego ingresó a la Universidad de Pennsylvania para aprender otras lenguas, y a partir de 1906 se estableció en Europa, principalmente en Italia e Inglaterra, desde donde promovió dos grandes movimientos de vanguardia: el imaginismo y el vorticismo. A finales de la segunda guerra mundial fue acusado de alta traición y detenido por los aliados en Italia, y en 1946, tras ser declarado paranoico, fue internado en un sanatorio mental en Washington. De su obra poética merecen destacarse "Personae" en 1926, una recopilación de poemas breves, y "Cantos" en 1970, considerada como una de las epopeyas en lengua inglesa más importantes del siglo XIX, y a la que dedicó cuarenta y cinco años de su vida. Como crítico contribuyó a la renovación de la poesía y apoyó entre otros, a T.S. Eliot y James Joyce. Perteneció a la llamada "generación perdida", que predicó fogosamente el rescate de la poesía antigua para ponerla al servicio de una concepción moderna, conceptual y al mismo tiempo fragmentaria. Murió en Venecia en 1972.

sábado, 23 de mayo de 2009

ELKIN, Boris: Fiesta patria

—Venga p’acá, m’hijo,
y siéntese a lo gaucho, junto al fuego,
pa’contarle a su tata todo lo que vio hoy,
que le dio permiso pa’ir al pueblo.
¿Taban lindos los festejos patrios?

—Pa’decir la verdad... ¡yo ni me acuerdo!
Iba tanta gente por la plaza
haciendo tanta bulla, tanto estruendo,
que salí como zonzo y almariado
de esa que más que una plaza era un infierno.

—Y aura, contésteme esta pregunta
que de la vaina se me está saliendo:
¿sabe m’hijo lo que es el patriotismo?

—Y... el patriotismo es, por lo que veo,
salir pa’un 25 ‘e mayo o un 9 ‘e julio
luciendo el trajecito dominguero,
vivar a la bandera azul y blanca,
llevar botones lindos en el pecho
y subir, como dicen a la tribuna
pa’dende arriba, discursearle al pueblo.

—¡Todo ese patriotismo que usté vido
no vale un pucho ‘e tabaco negro!
Porque no es patriotismo andar gritando
todos amontonados como borregos,
ni lucir los colores de la patria
cuando se lucen pa’adornar el pecho,
ni tampoco subir a la tribuna
y decir cosas que se las lleva el viento...
El verdadero patriotismo, m’hijo,
lo demostraron nuestros bisagüelos,
allá por Tucumán, en Ayacucho,
en Suipacha, Maipú y San Lorenzo,
peliando como liones por la patria,
conquistando de a jemes el terreno,
y cruzando después la cordillera
pa’darle una manito a los chilenos.
Pero jue patriotismo sin alardes,
no llevaron más lujo sobre el pecho
que la rosa de sangre que el mosquete,
al escupir, les dibujó de lejos.
Y hay también otra clase ‘e patriotismo
que a juerza de mirarlo ni lo vemos,
y es el patriotismo de los hombres
que engrandecen el país con sus esjuerzos.
Trabajando, muchacho, arqueando el lomo,
martillando los fierros,
destripando terrones con la reja
pa’llenar hasta el tope los graneros;
recortando ladrillos,
levantando edificios pa’colegios
y estudiando los libros
pa’mañana o pasao llegar a maestro
y enseñarle a escribir a los muchachos
y a sacar unas cuentas por menos.
El otro patriotismo, el que usté vido...
¡No vale un pucho ‘e tabaco negro!

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Boris Elkin
(Argentina)

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El 26 de mayo (¿año?) nació el poeta gauchesco Boris Elkin en Chivilcoy (Bs. As.), quien residió en esa ciudad durante las décadas de 1910 a 1930, escribiendo en Chivilcoy sus primeros versos, de acento criollo, que le otorgaron merecida fama en la Capital, interpretados por el gran recitador Ferdinando Ochoa. Falleció en Buenos Aires el 21 de junio de 1952.

miércoles, 20 de mayo de 2009

SABATO, Ernesto: Quiero pedirles que lean

Queridos chicos:
He venido hasta acá porque quiero hablarles de la educación, de los libros, de la importancia decisiva que tienen en la vida de los pueblos y de las personas, y de la que han tenido en mi vida. Han pasado tantos años y sin embargo aún conservo el recuerdo de mi escuela de Rojas y de aquel colegio de mi adolescencia donde, igual que ustedes, fui conducido a los umbrales del pensamiento y de la imaginación.
Con una mezcla de rigor y de ternura nuestras maestras y nuestros profesores nos enseñaron a buscar la verdad, a la vez que se iba formando nuestro espíritu con valores esenciales. Junto a los saberes que integran la educación básica, ellos nos transmitieron algo de la heroica epopeya del hombre. A menudo nos sentíamos extraviados ante aquellos acontecimientos cuyos motivos últimos, sin duda, sobrepasaban lo que podíamos comprender. Por esos relatos, llenos de peligro y de pasión, lograban suscitar nuestro asombro, que es la piedra angular de la verdadera enseñanza. En aquel tiempo, se forjaron las ideas esenciales que me acompañaron a lo largo de la vida, y se echaron las raíces de todo lo que tuvo que ser.

Por eso he venido hoy, especialmente, para hacerles un pedido: les quiero pedir a los chicos y a los jóvenes, con la autoridad que me dan los años, que lean. Yo también he leído de chico, y fueron los libros quienes me ayudaron a comprender y a querer la grandeza de la vida. Quienes sembraron en mi alma lo que luego los años pudieron expandir. Leía cuanto llegaba a aquellas bibliotecas de barrio, donde primero a través de libros de aventuras, y luego, porque un libro lleva, inexorablememte, a otro libro, a través de los más grandes de todos los tiempos, esos que nos entregan los abismos del corazón humano, y la belleza y el sentido de la existencia.
Leer les agrandará, chicos, el deseo, y el horizonte de la vida. Leer les dará una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y los ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable. Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre la opacidad del mundo. A través de ella puede filtrarse una novedad que aliente nuestro compromiso. Privar a un niño de su derecho a la educación es amputarlo de esa primera comunidad donde los pueblos van madurando sus utopías.
Créanme, es necesario que nos dejemos todos empapar por la utópica búsqueda de una gran educación para nuestros chicos. Lo he dicho en otras oportunidades y lo reafirmo: la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación.
Como supo señalar Simone Weil, su tarea es "preparar para la vida real, formar al ser humano para que él mismo pueda entretejer, con este universo que es su herencia, y con sus hermanos cuya condición es idéntica a la suya, relaciones dignas de la grandeza humana".

(Discurso pronunciado durante la presentación del Plan Nacional de Lectura ─que contempla inundar las escuelas más pobres de Argentina de miles de libros para fomentar el hábito de leer─, realizada en el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología en el año 2004).










Ernesto Sabato

(Argentina, 1911/2011)

domingo, 17 de mayo de 2009

BENEDETTI, Mario: Utopías

Cómo voy a creer / dijo el fulano
que el mundo se quedó sin utopías

cómo voy a creer
que la esperanza es un olvido
o que el placer una tristeza

cómo voy a creer / dijo el fulano
que el universo es una ruina
aunque lo sea
o que la muerte es el silencio
aunque lo sea

cómo voy a creer
que el horizonte es la frontera
que el mar es nadie
que la noche es nada

cómo voy a creer / dijo el fulano
que tu cuerpo / mengana
no es algo más de lo que palpo
o que tu amor
ese remoto amor que me destinas
no es el desnudo de tus ojos
la parsimonia de tus manos

cómo voy a creer / mengana austral
que sos tan sólo lo que miro
acaricio o penetro

cómo voy a creer / dijo el fulano
que la utopía ya no existe
si vos / mengana dulce
osada / eterna
si vos / sos mi utopía
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Mario Benedetti
(Uruguay, 1920/2009)
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Murió Mario Benedetti


El escritor falleció hoy, a los 88 años. En las últimas semanas había sufrido un deterioro en sus condiciones de salud. El velatorio será mañana, en el Palacio Legislativo de Montevideo.
El escritor uruguayo Mario Benedetti falleció hoy a los 88 años, tras sufrir en las últimas semanas un deterioro en sus condiciones de salud, informaron sus allegados, según reportó la agencia noticiosa Ansa.
Benedetti, autor de "La Tregua", se encontraba en su hogar de la capital uruguaya, informó radio El Espectador, y en los primeros días de mayo estuvo internado debido a una enfermedad intestinal crónica.
El velatorio se iniciará mañana a las 9 de la mañana en el salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo en Montevideo, y aunque aún no se conocía la hora está prevista la concurrencia del presidente del Uruguay, Tabaré Vázquez.
Acerca del poeta fallecido, el director de Cultura de la Intendencia Municipal de Montevideo, Mauricio Rosencoff, dijo que Benedetti, a quien calificó como "un entrañable amigo", murió a causa de la edad.
Rosencoff describió al escritor fallecido como "un ser humano absolutamente excepcional" con quien compartió muchos momentos de su vida, al trabajar juntos en las revistas Peloduro y Marcha, y en la militancia política en el Movimiento 26 de Marzo.
Como un último adiós, Rosencoff consideró a Benedetti "un pedazo de su vida", y exclamó: "¡Mario sos inmortal! Espero que entres en la categoría de los inmortales".
El poeta hoy fallecido había estado internado y luego dado de alta en el Sanatorio Impasa el 6 de mayo último, tras haber permanecido varios días en estado delicado. En aquella oportunidad, su secretario personal informó a El Espectador que el estado de salud de Benedetti era normal, aunque con las precauciones necesarias por su edad y por el tipo de enfermedad que padecía.
El año pasado Benedetti ingresó tres veces a esa mutualista, la primera de ellas, entre enero y febrero, tras sufrir una enterocolitis que le causó deshidratación. La segunda fue por problemas respiratorios y la última por una descompensación.
Benedetti, el más prolífico poeta uruguayo, integrante de la Generación del 45, editó en septiembre pasado "Testigo de uno mismo", escrito en verso, y trabajaba en un nuevo libro también de poesía bajo el nombre de "Biografía para encontrarme".
Pese a haber ganado especial reconocimiento a través de sus novelas "La tregua" (que lleva más de 140 ediciones) y "Gracias por el fuego", Benedetti permanece en el imaginario colectivo debido a poemas inolvidables como "No te salves", "Corazón coraza", "Táctica y estrategia" o "Te quiero".
Nacido el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros e inscripto bajo el larguísimo nombre de Mario Orlando Hamlet Ardí Brenno Benedetti -una costumbre de su ascendencia italiana-, escribió más de 80 obras entre poemas, novelas, cuentos, ensayos, obras de teatro, crónicas de humor y guiones de cine.
Entre ellas, se destacan "Poemas de la oficina" e "Inventario", la novela "La borra del café", los cuentos "Montevideanos", "El presupuesto", "Puntero izquierdo", "Los pocillos", "Familia Uriarte" y la obra de teatro "Pedro y el capitán".
Artistas como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Daniel Viglietti, Sandra Mihanovich, Soledad Bravo y Pablo Milanés, entre muchos otros, interpretaron algunos de sus más célebres poemas y los convirtieron en parte del acervo musical popular.
A lo largo de su destacada trayectoria, recibió numerosos premios internacionales como el Reina Sofía de Poesía en 1999, el Iberoamericano José Martí en 2001, el Internacional Méndez Pelayo en 2005 y fue condecorado con la orden venezolana Francisco de Miranda en grado de "generalísimo" en 2007 y designado miembro de honor de la Academia Nacional de Letras de Uruguay.
No sólo su obra fue traducida a más de veinte idiomas, sino que la película "La tregua" dirigida por Sergio Renán y adaptada de su obra homónima, fue candidata a los premios Oscar que entrega la Academia de Hollywood en 1974 en la categoría de mejor película extranjera.
Incluso, el escritor de animó a la actuación en el filme "El lado oscuro del corazón" (1992) de Eliseo Subiela, basado en sus poemas, donde personifica a un marinero alemán que recita uno de sus versos a una prostituta mientras toma un whisky en un cabaret uruguayo.
Benedetti varias veces fue candidato al Premio Cervantes y declarado doctor Honoris Causa por las universidades de Alicante, Valladolid, La Habana y Milán. (Telam)

sábado, 16 de mayo de 2009

BENEDETTI, Mario: Ricón de Haikus

10
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después de todo
la muerte es solo un síntoma
de que hubo vida
.
32
.
puedo morirme
pero no acepto que muera
la humanidad
.
115
.
cuando me entierren
por favor no se olviden
de mi bolígrafo
.
Mario Benedetti
(Uruguay, 1920/2009)

viernes, 15 de mayo de 2009

ROLDÁN, Gustavo: Bendición de dragón

Que las lluvias que te mojen sean suaves y cálidas.
Que el viento llegue lleno del perfume de las flores.
Que los ríos te sean propicios y corran para el lado que quieras navegar.
Que las nubes cubran el sol cuando estés en el desierto.
Que los desiertos se llenen de árboles cuando los quieras atravesar. O que encuentres esas plantas mágicas que guardan en su raíz el agua que hace falta.
Que el frío y la nieve lleguen cuando estés en una cueva tibia.
Que nunca te falte el fuego.
Que nunca te falte el agua.
Que nunca te falte el amor.
Tal vez el fuego se pueda prender.
Tal vez el agua pueda caer del cielo.
Si te falta el amor, no hay agua ni fuego que alcancen para seguir viviendo.

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Gustavo Roldán
(Argentina, 1935/2012)

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Gustavo Roldán nació en Sáenz Peña, provincia del Chaco, el 16 de agosto de 1935. Actualmente reside en Buenos Aires. Licenciado en Letras Modernas de la Universidad de Córdoba. Escritor. Codirector de colecciones de libros para niños de Ediciones Colihue. Traductor. Coordina talleres literarios de escritura y reflexión. Premio Casa de las Américas en 1989.Autor de Dragón; Sapo en Buenos Aires; Una lluvia de pájaros; La leyenda del bicho colorado; Juegos del cielo y del infierno; Como si el ruido pudiera molestar; Historias del piojo; Un largo roce de alas, entre otros títulos.

martes, 12 de mayo de 2009

BATTISTA, Vicente: Nacimiento

Los antropólogos de la Universidad de Duke, en los Estados Unidos, estiman que el hombre de Neanderthal, que habitó la tierra hace más de cuatrocientos mil años, poseía el don de la palabra. Esta novedad podía contestar una pregunta que hasta hoy no tenía respuesta.
Para encontrar esa respuesta habrá que retroceder hasta una tribu de Neanderthal, una noche en especial. Los hombres y mujeres están alrededor del fuego, buscan calor y celebran el fin de otra jornada. A la mañana de ese mismo día, los hombres habían partido de caza en busca de alimentos. Las mujeres, en tanto, cuidaban sus críos. Ahora que el sol ya se fue, es tiempo de descanso y de contar las experiencias del día. Cada hombre dice cómo atrapó a la presa que perseguía. No saben mentir.
Pero para uno de estos hombres la caza había sido un fracaso. Cuando llega su turno, no tiene proezas para contar. Entonces decide inventarlas. Miente una cacería imposible. Lo hace con tal perfección que transforma esa mentira en una historia bella y apasionante. Todos piden que la repita. Aquella noche, sin saberlo, ese anónimo hombre de Neanderthal acababa de inventar la literatura.
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Vicente Battista
(Argentina, 1940)
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Vicente Battista nació en Buenos Aires en 1940. Formó parte de la redacción de la revista literaria El escarabajo de oro, y fue fundador y codirector de la revista de ficción y pensamiento crítico Nuevos Aires. Es autor de los libros de cuentos "Los muertos", "Esta noche, reunión en casa", "Como tanta gente que anda por ahí", "El final de la calle" y "El mundo de los otros". Publicó, también, las novelas "El libro de todos los engaños", "Siroco", "Sucesos Argentinos" y "Gutiérrez a secas". Entre otras distinciones, recibió el Premio Casa de las Américas (1967), el premio del Fondo Nacional de las Artes (1967), el Premio Municipal de Literatura (1992) y el Premio Planeta (1995).

viernes, 8 de mayo de 2009

GALEANO, Eduardo: Una invitación al vuelo

"Ombú rojo" - Nicolás García Uriburu (Argentina, 1937)
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Milenio va, milenio viene, la ocasión es propicia para que los oradores de inflamada verba peroren sobre el destino de la humanidad, y para que los voceros de la ira de Dios anuncien el fin del mundo y la reventazón general, mientras el tiempo continúa, calladito la boca, su caminata a lo largo de la eternidad y del misterio. La verdad sea dicha, no hay quien resista: en una fecha así, por arbitraria que sea, cualquiera siente la tentación de preguntarse cómo será el tiempo que será. Y vaya uno a saber cómo será. Tenemos una única certeza: en el siglo veintiuno, si todavía estamos aquí, todos nosotros seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio. Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar.

¿Qué tal si empezamos a ejercer
el jamás proclamado derecho de soñar?

¿Qué tal si deliramos, por un ratito?


Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;

En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;

La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;

El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;

La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;

Se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;

En ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;

Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;

Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;

La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;

La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;

Nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;

Nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

Los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;

La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;

La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;

Una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América;

Una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;

La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;

Serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;

Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;


Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;

La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses;

Pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.



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EDUARDO GALEANO
(Uruguay, 1940)

lunes, 4 de mayo de 2009

MASLÍAH, Leo: La bolsa de basura

Rodríguez iba saliendo de su casa para ir a trabajar, pero volvió para buscar una bolsa plástica llena de basura, que tenía preparada desde la víspera para una ocasión así, es decir, una ocasión en la que él, camino hacia alguna parte, tuviera que pasar por donde estaba el tacho de basura que se alimentaba de las bolsas de basura producida y envasada en cada uno de los apartamentos del edificio.
El plan era sencillo y Rodríguez se iba acercando al tacho de basura sin pensar demasiado en nada relacionado con eso, pensando sí más bien en otras cosas relacionadas con otras cosas. Pero cuando se encontraba a menos de siete metros del tacho, Rodríguez detectó la proximidad de una agente perturbador, un elemento desestabilizador de la posible calma que acompañaba el automático, necesario, lógico, humano, social, comprensible, perfectamente justificado, habitual, cívico acto de tirar la basura. Era un individuo que, arrodillado junto al tacho, extraía de allí restos de alimentos, los cuales clasificaba y separaba en distintas bolsas que traía consigo, según el contenido proteínico, el tenor graso o el nivel de adición vitamínica que tuvieran; pero el individuo no daba la impresión de ayudarse, en la detección de las gradaciones específicas alcanzadas por cada uno de estos parámetros, con ningún tipo de instrumental técnico, excepción hecha de una protuberancia que él llevaba incorporada al rostro y que le servía para medir con precisión asombrosa el índice de putrefacción operante en cada residuo alimentario, ya que entre dos mitades de cáscara de naranja aparentemente iguales, el individuo descartaba una y se quedaba con la otra, y no era, como se dice vulgarmente, porque estuviere en condiciones de tirar manteca al techo. En efecto, su nivel de ingresos no parecía ser muy alto, a juzgar por unas pequeñas roturas visibles en un costado de su toga de arpillera.
Rodríguez empezó a vacilar. Luego siguió haciéndolo.
No sabía si ignorar al individuo y depositar la bolsa en el interior del tacho, o ignorar al individuo para dejar la bolsa a unos metros de él, o tomar otras actitudes cuya descripción se verá momentáneamente demorada por el análisis de aquellas otras ya mencionadas.
La primera de éstas, es decir, de aquéllas, a saber, ignorar al individuo y tirar la bolsa en el tacho, era casi imposible de llevar a la práctica, porque la posición de la cabeza y las manos del perturbacionista era tal que obligaba a Rodríguez, en caso de decidirse a tirar la bolsa en el tacho, a decir “con permiso”. Esta opción implicaba no ignorar al individuo y considerar el acto de depositar la bolsa como una entrega, era como decirle “tomá”, y eso requería reconocer previamente en el objeto alguna cualidad capaz de valorizarlo como obsequio.
Dejar la bolsa a una distancia prudencial del tacho implicaba también, quisiéralo o no Rodríguez, reconocer el origen humano de la perturbación, y localizarlo en la persona del espécimen que revisaba la basura, ya que, de haberse tratado de un perro o una rata, Rodríguez no habría tenido inconvenientes en tirar la bolsa en el tacho dejando por cuenta del animal la tarea de defenderse del impacto, y siendo en este caso dicho impacto únicamente de tipo físico, y no también emocional, social o como quisiera llamarse a las connotaciones extrafísicas que puede haber en la actitud de regalarle a alguien una bolsa con basura. La única forma de dejar la bolsa a pocos metros del tacho y al mismo tiempo ignorar efectivamente la presencia del foco problematizador era concretar una súbita mudanza al edificio de al lado, cuyo tacho de basura estaba en ese momento libre de incursiones extractivas (aunque no por mucho tiempo, ya que en cuatro o cinco tachos más adelante y con próximo asiento en los tachos sucesivamente más cercanos había otro qué sé yo). Esa mudanza súbita sólo podía producirse si llegaban a confluir allí en ese momento una serie de factores, como el que Rodríguez no fuera miope y pudiera ver en la pizarra del quiosco de enfrente si su número de lotería había salido favorecido. Dándose una solución afirmativa a esto, Rodríguez, en la euforia del triunfo, habría podido cruzar a cobrar portando un tácito perdón por la distracción consistente en no desprenderse todavía de la bolsa de basura. Al volver a su vereda, con el dinero en una mano y la bolsa en la otra, debía pasar el propietario de alguno de los apartamentos vacíos del edificio vecino al suyo, y Rodríguez podría entonces decirle “tome este dinero, le compro el apartamento; supongo que ahora puedo hacer uso del tacho de basura correspondiente a ese edificio”. Pero la miopía de Rodríguez invalidaba todo esto aun cuando su número de lotería hubiese resultado premiado y el dueño del apartamento vecino vacío estuviese llegando desde la otra cuadra.
No era posible entonces ignorar la presencia del individuo, había que tenerla en cuenta. Desde este punto de vista, dejar la bolsa en el tacho era una descortesía, estando como estaba Rodríguez en conocimiento de que el otro iba a tomarla y revisarla de todas maneras. Pero dársela en las manos no dejaba de constituir para él una ofensa, atendiendo al contenido repugnante de la bolsa. En cuanto a si para el otro ese acto podía resultar ofensivo o no, era algo difícil de prever. Más allá de sus intenciones de apropiarse la bolsa, el individuo podía contar con una dosis de orgullo que superara con creces en intensidad a la que se necesitaba para realizar el esfuerzo de levantar una bolsa no muy pesada que alguien le deja a uno al lado, o el de desatar un nudo mas o menos provisorio que alguien hizo en la boca de una bolsa de nailon. Otra posibilidad era dejarla en el tacho, pero abierta, dando a entender que no se ignoraban las intenciones del sujeto en cuanto a revisar la bolsa. Pero todos estos pensamientos pasaron con mucha rapidez por la mente de Rodríguez. Vencido por la ambigüedad contenida en el acto de darle a alguien algo que es una porquería, siendo que este alguien tiene de todas formas mucho interés en recibirla, Rodríguez empezó a pensar en otro tipo de salidas.
Pensó, por ejemplo, en darle al individuo, no la bolsa de basura, sino una limosna. Sin embargo el análisis de esta posibilidad le reveló que esto no habría de librarlo del dilema de qué hacer con la bolsa. Sea cual fuere la magnitud de la limosna, era evidente que nunca bastaría para consolidar en el otro una posición económica suficientemente holgada como para abandonar el hábito de hurgar en los tachos de basura. Entonces el individuo aceptaría quizá la limosna, pero metería inmediatamente después las manos en la bolsa. En cuanto a decirle “tome, le doy esto con la condición de que no revise la bolsa”, no parecía esto contener mayor cantidad de urbanidad que dejar la bolsa ahí nomás y retirarse del lugar sin decir ni siquiera “bolsa va”.
Rodríguez empezó a retroceder. Mientras lo hacía siguió examinando otras posibles maneras de deshacerse de la bolsa sin entrar en actitudes que hirieran sus principios.
Consideró el no dejar la bolsa en el tacho, sino sólo su contenido, vaciándolo en las manos del individuo. También consideró el dejar la bolas cerrada y decirle “mire, le dejo esto, y sé que lo va a abrir; no me gusta la idea pero sé que es lo único que usted puede hacer para vivir; yo quisiera ayudarlo, pero no puedo por razones salariales, etc.”. Luego pensó en vaciar la bolsa en el tacho del edificio vecino, pero volver luego y tirar la bolsa vacía en el otro tacho, mostrando su necesidad de evitar entregarle basura al otro, pero mostrando al mismo tiempo también que no era su intención hacerle un desaire ni fingir que no lo había visto ni que lo había visto pero que no quería roces con él.
Ninguna de estas opciones satisfizo a Rodríguez. Siguió retrocediendo hasta entrar de nuevo en el edificio. Subió las escaleras también retrocediendo, y sacando la llave de su apartamento consiguió, luego de unos minutos de esfuerzo, abrir la cerradura permaneciendo él de espaldas a la puerta. Así entró al apartamento, y siguió retrocediendo hasta que se topó con la ventana, que estaba abierta. Supo detenerse en ese momento, y permaneció allí quieto como un muñeco a cuerda detenido en su marcha por algún obstáculo, siempre de espaldas a la ventana, con la bolsa de basura en la mano. Y así pasó un rato, hasta que de pronto Rodríguez oyó que desde abajo el tipo le gritaba “che, loco, aunque sea tirámela por la ventana”.
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Leo Maslíah
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Leo Maslíah (Montevideo, 26 de julio de 1954), humorista, músico y escritor uruguayo. Cuenta con más de 40 discos editados en Uruguay, Argentina y Chile; casi tantos libros y más de 10 obras de teatro estrenadas. Su trabajo, tanto lo musical como lo literario, suele ir acompañado con un estilo humorístico muy característico en el cual recurre a muchísimos recursos: el juego de palabras, la ironía y la metáfora. Sus obras atraviesan distintos géneros musicales en tanto el folclore, clásico, rock, blues, tango, entre otros. Escribió varias canciones de protesta, como así críticas a la sociedad moderna y el estilo de vida actual; tales como "y no puedo vivir sin mi movicom" o "adiós miguel", en donde relata la historia de un exiliado a un país del tercer mundo. Tiene muchos monólogos en donde abunda la parodia, el sentido del humor, el contenido filosófico y la crítica constructiva. Maslíah, difícilmente se puede encasillar o rotular; aunque normalmente se lo asocie con lo absurdo, su obra no se encuentra nada más lejano de esto.