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lunes, 13 de febrero de 2012

TEXTOS GANADORES CONCURSO LITERARIO 2011: SILVINA PAULA CALVO - ALEXIS NICOLÁS BERTHOLT - MARIA GIMENA SCHNIDRIG


LA CONFESIÓN

(Segunda Mención Cuento Breve)


_ Perdóneme, padre, porque he pecado.

_ ¿Cuál es tu falta?

_ He matado a un hombre.

Frente a semejante confesión, el párroco salió de su estado de somnolencia. Claro, nada pasaba en ese recóndito lugar.

Una semana antes, en esa misma iglesia, Florencia estaba con el párroco ultimando los detalles de su boda. Se iba a casar con Juan Felipe Sandoval, un hacendado del pueblo. Un hombre respetado, pero, también temido y muy odiado.

Juan era viudo y tenía dos hijos grandes. Florencia era cocinera en un restaurante del pueblo. Siempre había estado enamorada de él, pero el destino los había llevado por diferentes caminos hasta ahora que, por fin, iban a concretar su amor.

Ese lunes al salir de la iglesia, Florencia recibió una triste e inesperada noticia. Su amado estaba muerto, a primera vista se había quitado la vida. Entonces, inmediatamente salió rumbo a la estancia “Sandoval”, con lágrimas en los ojos y el corazón hecho pedazos. Efectivamente, Juan yacía en su habitación desangrado y con el arma en su mano.

La tristeza se respiraba; la muerte estaba en el aire y la duda comenzaba a aparecer en cada uno de los rincones de la casa. ¿Por qué quitarse la vida una semana antes de su casamiento? se lo veía feliz, ¿por qué no despedirse a través de una carta?

Pronto, en el pueblo ya se estaba hablando de aquello, y lo que es peor a nadie le cerraba lo del suicidio, para muchos podía haber sido un asesinato.

Después del funeral, los hijos del difunto, junto con Florencia, fueron a ver al comisario del pueblo para exigirle una investigación.

El comisario era un hombre despreocupado con muy pocas ganas de investigar lo que para él, sin dudas, era un suicidio. Pero tras la insistencia de los jóvenes y de la dama, accedió. ¿Por dónde empezar? don Juan Sandoval era un hombre muy odiado, pero ¿quién pudo tener el valor de asesinarlo?

Entonces, decidió comenzar por la casa de los Ramírez. Gente de campo, trabajadora, pero, según algunas voces chismosas, odiaban a don Juan porque él los había dejado sin trabajo.

_ Nosotros no lo matamos- dijeron. Ese día fuimos a la ciudad para realizar unas compras, la señora del almacén lo pueden confirmar- agregaron.

_ Muy bien- dijo el comisario, anotando sus nombres en la lista de los sospechosos.

Después de esto fue a interrogar a Fermín Montenegro, dueño de la hacienda vecina a la del difunto. A Fermín se lo conocía por haber tenido numerosos enfrentamientos, ya que sostenía que le había robado animales. Tal vez, ese podía ser el móvil del crimen.

_ Yo no fui – dijo. Ese día y a esa hora estaba en los corrales marcando unas reses- afirmó.

_ ¿Tiene testigos?- preguntó el comisario.

_ Sólo mi hijo de once años- dijo.

Así también, el comisario marcó el nombre de don Fermín en su lista de sospechosos y se dirigió a la casa de Ricardo Quiroga, un borracho del pueblo, que había estado preso por un robo en la hacienda Sandoval, y juró vengarse de don Juan por los años que había pasado en prisión.

Grande fue la sorpresa del comisario, cuando llegó a la casa de Ricardo, quien se encontraba muerto. Hacía un par de días que había fallecido, y como no tenía familia ni amigos, nadie lo había notado.

Como era imposible interrogarlo, al comisario, se le ocurrió una idea. Tenía frente a él al autor del crimen. Ya había resuelto el caso.

Finalmente, informó a los hijos de don Juan que había dado con el asesino de su padre, pero que, lamentablemente, había muerto de un infarto tras confesar su culpabilidad y pedir perdón.

Al pobre borracho lo enterraron en el cementerio sin darle cristiana sepultura ni nada de eso. Nadie lloró sobre su tumba.

Mientras tanto, en el pueblo corría la noticia del hecho esclarecido.

_Dime, hijo, ¿por qué dices que has matado a un hombre?

_ Porque es la verdad, padre, yo fui quien acabó con la vida de Juan Sandoval. Yo disparé el arma y lo puse en su mano, luego cerré con llave la puerta de su habitación y salí de ahí sin ser visto por nadie.

_ Pero, ¿por qué, hijo mío, por qué?

_ Por amor- dijo el comisario. Toda mi vida he estado enamorado de Florencia y no pude saberla de otro modo. Tuve que actuar antes de perderla. Traté de hablar con Juan y decirle que se alejara de ella, que si no era mía no iba a ser de nadie, pero no quiso escucharme, así que no me quedó más remedio…

El padre le dijo que se arrepienta de corazón para obtener el perdón de Dios, y que rece por la sanación de su alma. Todo quedó guardado en secreto de confesión. Salió de la iglesia y se dirigió a la comisaría, donde sus labores de comisario lo esperaban y tal vez consolar a una triste mujer.

SILVINA PAULA CALVO - ALEXIS NICOLÁS BERTHOLT

MARIA GIMENA SCHNIDRIG

E.E.M.P.A. Nº 1278 - Humbodt (Anexo Nuevo Torino) - Santa Fe

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