ESTE BLOG PERJUDICA SERIAMENTE A LA IGNORANCIA

SI QUIEREN GASTAR MENOS EN CÁRCELES, INVIERTAN MÁS EN EDUCACIÓN

lunes, 15 de octubre de 2018

LÓPEZ, Julián: Las palabras hacen cosas


Mi mamá trabaja cama adentro, mi papá es albañil, como mi abuelo, mi papá está en Marcos Paz, mi mamá, mi papá y mis tíos trabajan en el taller y hacen pantalones, mi papá vende en un kiosco, mi papá tiene la verdulería, mi papá está en la Bonaerense, mi mamá es enfermera, mi mamá está en la biblioteca pero no sé lo que hace. 
Y entonces le tocó a Jonás y Jonás habló y yo no sé qué fue lo que pasó. Yo no sé si las palabras hacen cosas, o si también son como una cornisa alta que te da vértigo, o como un golpe sin querer en la panza que te corta la respiración. Yo no sé lo que pasó pero Jonás habló y dijo: Mi mamá trabaja de prostituta y nadie tiene que decir nada de eso. 
La cara se le había puesto rara, no como la cara de cuando le decimos que parece un enano ni como la cara de cuando quiere cantar y la sale la voz finita y todos nos reímos y a él le parece que se le metieran los dientes para adentro y los ojos se le ponen furiosos. A Jonás le tocaba hablar y Jonás habló así, raro, como con una tranquilidad que nadie le conocía. Yo no sé lo que pasó ese día pero ese día algo pasó y lo que me pregunto es si alguien se dio cuenta, si alguien sabe cuándo las cosas pasan, si hay cosas que pasan igual aunque uno no se dé cuenta, o a uno no le importe, o uno no sepa, o las palabras a uno se le vayan lejos. 
Mi mamá trabaja de prostituta y nadie tiene que decir nada de eso, dijo Jonás y a mí me empezó a temblar debajo del ojo y me parece que me perdí adentro mío y que no me puedo acordar qué fue lo que siguió, ni qué hizo la señorita, ni si todos hablaron o si alguien se puso a decir algo o a llorar. 
Mi mamá cartonea, mi mamá trabaja por horas, mi papá hace changas y corta el pasto en las casas de El Jagüel, mi mamá anda sin trabajo. Y entonces le tocó a Jonás y Jonás habló y yo no sé qué fue lo que pasó, si esas palabras que dijo hicieron algo, no sé. 
Y me acordé de cuando mi papá se saca la remera y anda así por la casilla, todo suelto, raro también y tranquilo y se sienta en la ventana y se toma la botella de cerveza y a mí me parece que no lo conozco y él se pone a decir cosas en un idioma que no entiendo y habla solo y después me dice que tengo un montón de primos allá y uno de dieciocho y que allá está mi abuela y que un día vamos a viajar y vamos a conocernos todos y que él se va a traer a su mamá para que viva con nosotros en la casilla, que son muchos hermanos y que está bien pero que ellos la tienen siempre y que él la extraña y se la quiere traer acá, para que viva con nosotros, y esté sentada en el pasillo y hable con las vecinas y vea cómo es acá, cómo se vive, que hay muy pocas papas y muy poco maíz y muy poco gusto y que después de los pasillos está el asfalto y están los colectivos. 
Pero a mí desde ese día en la escuela adentro de la cabeza me quedó Jonás, tranquilo y hablando, y también me quedó la cara de su mamá con esa sonrisa y que una vez nos fuimos a su casa y comimos tortillas calentitas con el mate cocido y ella estaba en la cocina con unas amigas y hablaban y le daban a la bombilla y a la pava le daban y nos hacían chistes y amasaban más tortillas y se reían fuerte. 
Qué fue lo que pasó ese día. Todos contábamos y había ruido, mientras hablábamos había ruido y todo era normal, como son los días en la escuela, aburridos y divertidos y todo a la vez y como cuando una de nosotras llora o hay otra que se está riendo por una cosa y otro que se duerme y otra que se come un pan que se guardó sin que nadie la vea. Ese día había ruido normal y todos hablábamos porque la señorita nos había dicho que teníamos que decir de qué trabajaban nuestros padres y cada uno contaba un poco lo que sabía, o decía en el supermercado y listo, o en la fábrica y listo, o de seguridad y listo. 
Pero Jonás habló y dijo: Mi mamá trabaja de prostituta y nadie tiene que decir nada de eso. Y nadie dijo nada porque algo pasó, no sé qué fue y no sé si fue esa manera tan tranquila de Jonás o la sonrisa de su mamá que también se me quedó adentro, o esa vez en la casa, no sé. 
Pero yo me quedé ahí sin ganas de decir nada porque me parece que adentro mío se estaban haciendo otras palabras, unas palabras nuevas que todavía no estaban en el mundo y que yo ni conocía y que se me empezaban a hacer en la panza y en la cabeza como un murmullo que crece y que a mí me daban ganas de llorar y de reírme.

(Bs. As., 1965)


2 comentarios:

Ludueña Raúl dijo...

Hermosa historia, hermoso relato

Anónimo dijo...

Gracias Julián !! Leerte es más que un pla cer