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martes, 2 de abril de 2019

DOLINA, Alejandro: Balada de la primera novia



El poeta Jorge Allen tuvo su primera novia a la edad de doce años. Guarden las personas mayores sus sonrisas condescendientes. Porque en la vida de un hombre hay pocas cosas más serias que su amor inaugural. Por cierto, los mercaderes, los refutadores de leyendas y los aplicadores de inyecciones parecen opinar en forma diferente y resaltan en sus discursos la importancia del automóvil, la higiene, las tarjetas de crédito y las comunicaciones instantáneas. El pensamiento de estas gentes no debe preocuparnos. Después de todo han venido al mundo con propósitos tan diferentes de los nuestros, que casi es imposible que nos molesten.
Ocupémonos de la novia de Allen. Su nombre se ha perdido para nosotros, no lejos de Patricia o Pamela. Fue tal vez morocha y linda. El poeta niño la quiso con gravedad y temor. No tenía entonces el cínico aplomo que da el demasiado trato con las mujeres. Tampoco tenía —ni tuvo nunca— la audacia guaranga de los papanatas. 
Las manifestaciones visibles de aquel romance fueron modestas. Allen creía recordar una mano tierna sobre su mentón, una blanca vecindad frente a un libro de lectura y una frase, tan solo una: "Me gustás vos". En algún recreo perdió su amor y más tarde su rastro. 
Después de una triste fiestita de fin de curso, ya no volvió a verla ni a tener noticias de ella. Sin embargo siguió queriéndola a lo largo de sus años. Jorge Allen se hizo hombre y vivió formidables gestas amorosas. Pero jamás dejó de llorar por la morocha ausente. 
La noche en que cumplía treinta y tres años, el poeta supo que había llegado el momento de ir a buscarla. 
Aquí conviene decir que la aventura de la Primera Novia es un mito que aparece en muchísimos relatos del barrio de Flores. Los racionalistas y los psicólogos tejen previsibles metáforas y alegorías resobadas. De ellas surge un estado de incredulidad que no es el más recomendable para emocionarse por un amor perdido. 
A falta de mejor ocurrencia, Allen merodeó la antigua casa de la muchacha, en un barrio donde nadie la recordaba. Después consultó la guía telefónica y los padrones electorales. Miró fijamente a las mujeres de su edad y también a las niñas de doce años. Pero no sucedió nada. 
Entonces pidió socorro a sus amigos, los Hombres Sensibles de Flores. Por suerte, estos espíritus tan proclives al macaneo metafísico tenían una noción sonante y contante de la ayuda. Jamás alcanzaron a comprender a quienes sostienen que escuchar las ajenas lamentaciones es ya un servicio abnegado. 
Nada de apoyos morales ni palabras de aliento. Llegado el caso, los muchachos del Ángel Gris actuaban directamente sobre la circunstancia adversa: convencían a mujeres tercas, amenazaban a los tramposos, revocaban injusticias, luchaban contra el mal, detenían el tiempo, abolían la muerte. Así, ahorrándose inútiles consejos, con el mayor entusiasmo buscaron junto al poeta a la Primera Novia. 
El caso no era fácil. Allen no poseía ningún dato prometedor. Y para colmo anunció un hecho inquietante: 
—Ella fue mi primera novia, pero no estoy seguro de haber sido su primer novio. 
—Esto complica las cosas —dijo Manuel Mandeb, el polígrafo—. Las mujeres recuerdan al primer novio, pero difícilmente al tercero o al quinto. 
El músico Ives Castagnino declaró que para una mujer de verdad, todos los novios son el primero, especialmente cuando tienen carácter fuerte. Resueltas las objeciones leguleyas, los amigos resolvieron visitar a Celia, la vieja bruja de la calle Gavilán. En realidad, Allen debió ser llevado a la rastra, pues era hombre temeroso de los hechizos. 
—Usted tiene una gran pena —gritó la adivina apenas lo vio. 
—Ya lo sé señora... dígame algo que yo no sepa... 
—Tendrá grandes dificultades en el futuro... 
—También lo sé... 
—Le espera una gran desgracia... 
—Como a todos, señora... 
—Tal vez viaje... 
—O tal vez no... 
—Una mujer lo espera... 
—Ahí me va gustando... ¿Dónde está esa mujer? 
—Lejos, muy lejos... En el patio de un colegio. Un patio de baldosas grises. 
—Siga... con eso no me alcanza. 
—Veo un hombre que canta lo que otros le mandan cantar. Ese hombre sabe algo... Veo también una casa humilde con pilares rosados. 
—¿Qué más? 
—Nada más... Cuanto más yo le diga, menos podrá usted encontrarla. Váyase. Pero antes pague. 
Los meses que siguieron fueron infructuosos. Algunas mujeres de la barriada se enteraron de la búsqueda y fingieron ser la Primera Novia para seducir al poeta. En ocasiones Mandeb, Castagnino y el ruso Salzman simularon ser Allen para abusar de las novias falsas. 
Los viejos compañeros del colegio no tardaron en presentarse a reclamar evocaciones. Uno de ellos hizo una revelación brutal. 
—La chica se llamaba Gómez. Fue mi Primera Novia. 
—¡Mentira! —gritó Allen. 
—¿Por qué no? Pudo haber sido la Primera Novia de muchos. Entre todos lo echaron a patadas. 
Una tarde se presentó una rubia estupenda de ojos enormes y esforzados breteles. Resultó ser el segundo amor del poeta. Algunas semanas después apareció la sexta novia y luego la cuarta. Se supo entonces que Jorge Allen solía ocultar su pasado amoroso a todas las mujeres, de modo que cada una de ellas creía iniciar la serie. 
A fines de ese año, Manuel Mandeb concibió con astucia la idea de organizar una fiesta de exalumnos de la escuela del poeta. Hablaron con las autoridades, cursaron invitaciones, publicaron gacetillas en las revistas y en los diarios, pegaron carteles y compraron masas y canapés. 
La reunión no estuvo mal. Hubo discursos, lágrimas, brindis y algún reencuentro emocionante. Pero la chica de apellido Gómez no concurrió. Sin embargo, los Hombres Sensibles -que estaban allí en calidad de colados- no perdieron el tiempo y trataron de obtener datos entre los presentes. 
El poeta conversó con Inés, compañera de banco de la morocha ausente. 
—Gómez, claro —dijo la chica—. Estaba loca por Ferrari. 
Allen no pudo soportarlo. 
—Estaba loca por mí. 
—No, no... Bueno, eran cosas de chicos. Cosas de chicos. Nada menos. Amores sin cálculo, rencores sin piedad, traiciones sin remordimiento. 
El petiso Cáceres declaró haberla visto una vez en Paso del Rey. Y alguien se la había cruzado en el tren que iba a Moreno. Nada más. Los muchachos del Ángel Gris fueron olvidando el asunto. Pero Allen no se resignaba. Inútilmente buscó en sus cajones algún papel subrepticio, alguna anotación reveladora. Encontró la foto oficial de sexto grado. Se descubrió a sí mismo con una sonrisa de zonzo. La morochita estaba lejos, en los arrabales de la imagen, ajena a cualquier drama. 
—¡Ay, si supieras que te he llorado....! Si supieras que me gustaría mostrarte mi hombría... Si supieras todo lo que aprendí desde aquel tiempo... 
Una noche de verano, el poeta se aburría con Manuel Mandeb en una churrasquería de Caseros. Un payador mediocre complacía los pedidos de la gente. 
—Al de la mesa del fondo le canto sinceramente... 
De pronto Allen tuvo una inspiración. 
—Ese hombre canta lo que otros le mandan cantar. 
—Es el destino de los payadores de churrasquería. 
—Celia, la adivina, dijo que un hombre así conocía a mi novia... Mandeb copó la banca. 
—Acérquese, amigo. 
El payador se sentó en la mesa y aceptó una cerveza. Después de algunos vagos comentarios artísticos, el polígrafo fue al asunto. 
—Se me hace que usted conoce a una amiga nuestra. Se apellida Gómez, y creo que vivía por Paso del Rey. 
—Yo soy Gómez -dijo el cantor-. Y por esos barrios tengo una prima. 
Después pulsó la guitarra, se levantó y abandonando la mesa se largó con una décima.

—Acá este amable señor
conoce una prima mía
que según creo vivía
en la calle Tronador.
Vaya mi canto mejor
con toda mi alma de artista
tal vez mi verso resista
pa' saludar a esta gente
y a mi prima, la del puente
sobre el Río Reconquista.

Durante los siguientes días los Hombres Sensibles de Flores recorrieron Paso del Rey en las vecindades del río Reconquista, buscando la calle Tronador y una casa humilde con pilares rosados. Una tarde fueron atacados por unos lugareños levantiscos y dos noches después cayeron presos por sospechosos.
Para facilitarse la investigación decían vender sábanas. Salzman y Mandeb levantaron docenas de pedidos. Finalmente, la tarde que Jorge Allen cumplía treinta y cuatro años, el poeta y Mandeb descubrieron la casa.
—Es aquí. Aquí están los pilares rosados.
Mandeb era un hombre demasiado agudo como para tener esperanzas.
—No me parece. Vámonos.
Pero Allen tocó el timbre. Su amigo permaneció cerca del cordón de la vereda.
—Aquí no es, rajemos.
Nuevo timbrazo. Al rato salió una mujer gorda, morochita, vencida, avejentada. Un gesto forastero le habitaba el entrecejo. La boca se le estaba haciendo cruel. Los años son pesados para algunas personas.
—Buenas tardes —dijo la voz que alguna vez había alegrado un patio de baldosas grises.
Pero no era suficiente. Ya la mujer estaba más cerca del desengaño que de la promesa.
Y allí, a su frente, Jorge Allen, más niño que nunca, mirando por encima del hombro de la Primera Novia, esperaba un milagro que no se producía.
—Busco a una compañera de colegio —dijo—. Soy Allen, sexto grado B, turno mañana. La chica se llamaba Gómez.
La mujer abrió los ojos y una niña de doce años sonrió dentro suyo. Se adelantó un paso y comenzó una risa amistosa con interjecciones evocativas. Rápido como el refucilo, en uno de los procedimientos más felices de su vida, Mandeb se adelantó.
—Nos han dicho que vive por aquí... Yo soy Manuel Mandeb, mucho gusto.
Y apretó la mano de la mujer con toda la fuerza de su alma, mientras le clavaba una mirada de súplica, de inteligencia o quizás de amenaza. Tal vez inspirada por los ángeles que siempre cuidan a los chicos, ella comprendió.
—Encantada —murmuró—. Pero lamento no conocer a esa persona. Le habrán informado mal.
—Por un momento pensé que era usted —respiró Allen—. Le ruego que nos disculpe.
—Vamos —sonrió Mandeb—. La señora bien pudo haber sido tu alumna, viejo sinvergüenza...
Los dos amigos se fueron en silencio.
Esa noche Mandeb volvió solo a la casa de los pilares rosados. Ya frente a la mujer morocha le dijo:
—Quiero agradecerle lo que ha hecho....
—Lo siento mucho... No he tenido suerte, estoy avergonzada, míreme....
—No se aflija. Él la seguirá buscando eternamente.
Y ella contestó, tal vez llorando:
—Yo también.
—Algún día todos nos encontraremos. Buenas noches, señora.
Las aventuras verdaderamente grandes son aquellas que mejoran el alma de quien las vive. En ese único sentido es indispensable buscar a la Primera Novia. El hombre sabio deberá cuidar —eso sí— el detenerse a tiempo, antes de encontrarla.
El camino está lleno de hondas y entrañables tristezas. Jorge Allen siguió recorriéndolo hasta que él mismo se perdió en los barrios hostiles junto con todos los Hombres Sensibles.

(Argentina, 1944)

De “Crónicas del Ángel Gris”



51 comentarios:

Laura dijo...

Muy interesante la historia, me gustó.

Berenice R dijo...

Me pareció muy lindo el gesto del chico Allen...

Tomas g dijo...

El relato me pareció muy bueno y entretenido

Leandro dijo...

Me gustó y la historia fue muy linda

Alejo dijo...

su relato me pareció muy interesante me gusto mucho como se manejo la historia y espero tener la oportunidad de leer otro de sus lindos relatos

Bruno dijo...

Me encantó una gran historia.
Y sobre los personajes muy originales todos.
LO RECOMIENDO!!!

Priscila L dijo...

Este relato me gustó mucho esta lindo y entretenido!!!!
Se lo recomiendo

Unknown dijo...

Me encantó este relato

Juan Andrés dijo...

Me gustó mucho la historia, me pareció interesante y muy real... No me esperaba un final así, pero de todas formas me gustó mucho...

Milena dijo...

Me gustó mucho la historia, me hubiese gustado que Allen se haya enterado de que la chica que visitó era Gómez.

Ezequiel dijo...

No me gusto una parte de cuando descrimina a la señora Gómez. Porque dice que es gorda pero a final me encanto el relato ��

Ailen dijo...

Me gustó mucho el relató,me atrapó demasiado.
Fue una historia que jamás hubiera escuchado y menos relatada de está manera.

Anónimo dijo...

ESTA MUY LINDO ME GUSTO MUCHO MUY ETRETENIDO

ROBERTO dijo...

esta muy lindo estubo entretenido fue genial

aylen dijo...

me gusto mucho este relato

Sol dijo...

Me gustó mucho esta historia. Es muy entretenida e interesante

Cristian dijo...

Me gustó mucho este relato, lo leímos mediante soportes digitales

Luz M dijo...

Esta historia me pareció muy interesante y quizás algo injusta,de todos modos me gustó.

Carolina dijo...

Muy bonito relato,realmente divertido en ciertas ocasiones y hecho con mucha creatividad.Me a gustado mucho...

Unknown dijo...

No me gusto

Unknown dijo...

No me gustó !😘

Unknown dijo...

Me pareció una historia muy interesante e entretenida. Fue una historia que no conocia y me gusto mucho.

Nazareno dijo...

Me gustó mucho muy interesante y divertido ��

Rocío dijo...

Muy buena la historia, muy entretenido y demuestra que no todos los amores son iguales... Lo recomiendo mucho

Génesis dijo...

Me gusto mucho este relato y fue muy interesante

Silvina dijo...

Me gustó mucho esta historia,es interesante��

maia dijo...

no me gusto me gustaria que sea mas larga y que el se dado cuenta que era ella

Manuel dijo...

Muy lindo el cuento , fue entretenido e interesante

Jeremias dijo...

No lo entendí mucho y no me gustó por este motivo (No entenderlo)

PRICILA Q dijo...

Me gustó mucho fue muy interesante

Ignacio v dijo...

Fue un buen relato me gustó y fue interesante



Karen F dijo...

Muy buen relato, me gustó mucho y se los recomiendo!��

Rosa dijo...

Me gustó fue muy interesantes como término

Valeria dijo...

Me encantó esta historia, muy atrapante e interesante. Nos dejó enseñanzas muy lindas, como nunca sentir vergüenza por uno mismo, siempre hay que estar orgullosos de lo que somos. ����

Kevin dijo...

me gusto mucho porque puede ser importante para otros que necesiten demasiadamente

Milagros B 💓 dijo...

Me gustó mucho este relato y la experiencia de trabajar con otros dispositivos.��Espero que trabajemos seguido de este modo��

Morena dijo...

Me gustó mucho, me pareció interesante la manera en que el busca desesperadamente a su primer amor, es muy romántico. No me parece lindo la manera en que la mujer se avergüenza de su figura, pero pasando por alto eso, es una bella historia

Dana dijo...

Me encantó este relato... Aunque hubiera sido más interesante más Allen supiera que la chica que visito aquella tarde fue su primera novia.

Sofía Guillen dijo...

Me pareció una historia divertida, interesante,y sobre todo muy atrapante.Me gustó mucho la frase que dice: "algún día todos nos encontraremos" ya que me recordó mucho a mi abuela


Ignacio.R dijo...

Me pareció muy entretenido e interesante, fue un cuento que valio la pena escuchar.

ezequiel v .r dijo...

este relato me pareció fantástica , ¡que creatividad Alejandro Dolina! me encanto lo volvería a escuchar 101 veces que no me cansaría.

Candela dijo...

Me gustó mucho esta historia, es muy interesante, fue una historia que nunca y me pareció muy biena

Milagros Rickert dijo...

Me gustó mucho este relato, ya que demuestra que no todas las veces el "primer amor" va a ser perfecto, además me gustó el gesto de Allen, el cual fue buscar en su adultez a su primer novia sin rendirse..

Ara Tesio dijo...

Me gustó mucho este relato, me pareció muy interesante la manera en que el busca a su primer amor,es muy interesante y lo recomiendo mucho

Milagros Iglesias dijo...

Me encantó mucho este relato, me encanta el hecho de que el nunca se olvidara de su primer amor

Caren T dijo...

Me gustó mucho este relato,su contexto de poder encontrar a su primera novia y que sus amigos lo puedan ayudar con esa aventura.

Jenifer dijo...

Me gustó mucho este relato porque es interesante muy buena e interesante se las recomiendo

Jennifer dijo...

Me gustó mucho este relato porque es interesante,entretenida y muy buena

Kevin dijo...

Me gusto este relato es interesante muy buena y te inspira a no rendirse te la recomiendo

Araceli T dijo...

Me gustó este relato, fue muy interesante. Nunca lo había leído, pero ahora que lo leí, lo recomiendo, está muy bueno!

alejandra dijo...

Hermoso cuento, hermoso blog. Soy Alejandra, de Cortinez, partido de Luján, profe de Lengua y bibliotecaria. Comparto la perspectiva sobre nuestro quehacer. ¡A leer, que vale la pena cada momento de intimidad con un bello libro!