Estoy perdidamente enamorado
de una mujer tan bella como ingrata;
mi corazón otra pasión no acata
y mis ojos su imagen han plasmado.
Si escudriño en mi pecho, triste creo
que otra hermosa me diera solo enojos
y si sereno miro, ante mis ojos
su figura gentil tan solo veo.
Con voz trémula la dije mi cariño;
y sarcástica y cruel exclamó: «¡Niño
conoces el amor solo de nombre!»
y desde entonces sufro lo indecible...
¿Por qué amada mujer crees imposible
en un cuerpo de niño un alma de hombre?
(España, 1910/1942)
No hay comentarios:
Publicar un comentario