En la tranquila noche, dos enamorados se encontraban recostados en el jardín contemplando la enorme luna llena que brillaba con intensidad en el despejado cielo y en espera del eclipse lunar, era de esas ocasiones que se puede observar todas las estrellas y cualquier ser humano puede inspirarse y sentirse poeta por un instante.
-Ya le arrebataron lo enigmático y romántico –comentó Emilio-. Anteriormente la luna era un icono para los enamorados.
-Tienes la razón de tu parte –contesto Lucía-. Dicen que solamente hay rocas, polvo y enormes cráteres, pero eso no es motivo para dejar de planear nuestra luna de miel. Iremos al mar, en la arena dibujaremos un enorme corazón con nuestros nombres y solamente nos iremos a descansar cuando las olas logren alcanzarlo y desvanecerlo.
-Me gusta lo que dices –externó el muchacho-. ¿Qué sucederá si las olas lo alcanzan muy entrada la noche?
-Pues estaremos más tiempo juntos –remarcó Lucía-. Encenderemos una fogata y tú me contarás historias de tu pueblo y yo del mío.
-Mi pueblo no tiene historias gratas -aclaró Emilio-. Tal pareciera que es como la luna y se empeña en mostrar la misma cara. A temprana edad me salí en busca de una vida mejor, muchos se aferran al lugar donde nacieron, en la particular yo me inclino en buscar el lugar donde pueda vivir. Quizá en la luna de miel te cuente la leyenda del descanso de los muertos.
-¿El descanso de los muertos? -preguntó interesada Lucía-. Bien, no esperemos la luna de miel, ni estar frente al mar, cuéntame en qué consiste.
-Para algunos tiene gran relevancia, para mí sigue siendo solo una leyenda –externó Emilio-. Dicen que años atrás los pobladores les aterraba la idea de morir y ello lo reflejaron al ubicar el cementerio a unos kilómetros de distancia del poblado. No previeron que cuando murieran los tendrían que llevar cargando, y sería necesario realizar por lo menos un descanso y para ello eligieron la sombra de una higuera. Desde ese entonces a este lugar se le llamo el descanso de los muertos, y extrañamente comenzaron a suscitarse apariciones de difuntos, por lo regular quienes los observaban eran los asesinos. Quizá un día a mí se me aparezca un difunto.
-¿Aún no superas el haber reprobado el año escolar? -comentó la muchacha al instante que lo abrazaba con ternura-. La venganza nunca es buena, quizá mañana retomes tus estudios y logres llenar ese hueco que te dejó esa amarga experiencia. Aún no termino de comprender por qué reprobaste si eras el mejor alumno.
-Es derivado del recelo profesional –musitó con amargura-. No siempre el maestro trata de apoyar al mejor alumno, es todo lo contrario, le coloca obstáculos para que fracase y no se convierta en competencia, desea ser el sol y que nosotros únicamente reflejemos su luz como la luna, pero ya no hablemos de eso.
-De acuerdo –externó la muchacha-. Pero no es para que te enojes y para que recuperes tu buen humor te diré que ya entregué todas las invitaciones acepto una.
-Sí, ya se lo que dirás –remarcó el muchacho fastidiado-. La última invitación que te falta por entregar es la de la familia del cretino profesor.
- Está bien, la romperé, lo importante es de que tú te sientas bien –externó la muchacha.
-No hagas eso, yo se la entregaré personalmente -agregó el muchacho-. Después de todo fue nuestro profesor, un poco cómico e idiota.
- Que es lo que pretendes al llevarle la invitación -interrogó intrigada la muchacha-. Eres muy impulsivo, mejor olvida lo ocurrido.
-Ponte en mi lugar y me comprenderás –externó el muchacho-. Si recuerdas era mi proyecto de vida, todo lo que se me presentó lo tuve que sortear, reporté a mi anterior jefe por no darme la oportunidad de estudiar, derivado de ello me citaron para que realizara las aclaraciones pertinentes, y contra viento y marea me dieron la razón. Con ello me enemisté con el vampiro del Director, desde ese instante me rastrea como mastín, solamente espera una oportunidad para exigirme la renuncia, en gran medida tiene razón, ridiculicé a su compadre, ello lo tomó como una ofensa personal. En aquel entonces mi estrella era radiante y vislumbraba éxito, hoy me encuentro girando en la misma orbita como la luna. ¿Dime cómo le voy a hacer ahora que he reprobado por el capricho de un insignificante ser que no es merecedor del aire que respira?
-Relájate, mañana te ayudaré a redactar ese oficio para que lo entregues en tu trabajo –externó la muchacha-. Las oportunidades te seguirán sonriendo, pronto te convertirás en un reconocido escritor, es cuestión de que tengas paciencia y la casa editorial le dé el visto bueno al libro. Tú naciste para ello y el reconocimiento te lo otorgarán los lectores, no un profesor.
-Qué más te queda decir -comentó el muchacho-. Pronto serás mi esposa y deberás apoyarme aún cuando no tenga la razón. Por favor no me hables del libro, con la suerte que traigo puede que a nadie le agrade y también fracase.
-La luna sigue siendo hermosa e inspiradora –recalcó la muchacha-. Igual que la poesía que recitantes la otra noche, por favor tratemos de ser felices, estamos bajo el mismo cielo y nosotros somos los mismos.
-Te amo, como un loco –le musitó al oído-. Pero hoy he comprendido que la luna inspira a lunáticos desquiciados, ella los trastorna y los hace sentirse poetas. Quizá yo sea uno de ellos y no me he dado cuenta y mucho menos lo he aceptado, mis emociones y sentimientos son tan profundos como claros que en algunas ocasiones me aterran.
-Que no te afecte ser como eres –aconsejó Lucía-. Ya no recuerdas que me enseñaste a alejarme de todo lo superficial, eres extremadamente creativo y hasta en lo siniestro tienes un toque especial, serías capaz de cortarle la cabeza al profesor, pintarla de verde y decir que es un coco.
-En otras palabras, un sádico –comentó Emilio-. Pero viéndolo bien sería el mejor regalo de bodas que pudieran obsequiarme.
-Basta de locuras –externó la muchacha-. Tú serás un escritor romántico, no de terror. Paulina realizó hasta lo imposible para que continuaras estudiando, decía que eras el mejor compañero que había tenido, y en más de una ocasión me dieron celos por su proceder. Qué me dices de Malen que no aceptó lo ocurrido y fue a hablar con el Director. Por ello nos enteramos que cuatro compañeros se encontraban en la misma situación, extrañamente al final todos pasaron el año, ello dio motivos para que se pusiera en tela de juicio la reputación del maestro, con seguridad que es un loco carente de ética profesional.
-Tú lo has dicho –contestó el muchacho-. Puede ser que también sea un lunático que en este instante se encuentre contemplando la luna igual que nosotros.
-No lo creo –agregó Lucía-. Es cierto que al profesor le agradaba estar pegado al telescopio en espera de alguna estrella fugaz o un eclipse lunar, pero en esta ocasión no será así, por lo que te puedo dar por adelantado tu añorado regalo de bodas con la única condición de que jamás me lleves a conocer ese lugar que le llamas el descanso de los muertos.
-¿Quieres decir que...? –comentó el muchacho sin atreverse a completar la pregunta.
-Acertaste –contestó la muchacha al instante que le dio un beso en los labios y la luna comenzó a enrojecer al ser alcanzada por el cono de penumbra y el eclipse comenzó.
Fernando Cerano Pedroza
(México)
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