Quizás yo sea un tranquilo, silencioso anarquista, que sueña en su casa con que desaparezcan los gobiernos. Descreo de las fronteras, y también de los países, ese mito tan peligroso. Sé que existen y espero que desaparezcan las diferencias angustiosas en el reparto de la riqueza. Ojalá algún día tengamos un mundo sin fronteras y sin injusticias.
Cuando converso con alguien siempre trato, hago lo posible, porque el interlocutor tenga la razón. Además la idea de una discusión es errónea. Debiera ser una colaboración, una investigación para llegar a un fin y no importa si el fin queda de este lado o del otro. Los chinos dicen que no hay que discutir para ganar, sino para dar con la verdad.
No, yo no creo en Dios. No puedo creer en un Dios personal. Considero que hay un principio ético en el mundo. Y trato de ser un hombre ético, sin saber hasta qué punto la religión sea ética. No creo en el principio del castigo y la recompensa. No es ético. Sin embargo, mis mayores fueron predicadores metodistas, protestantes. Mi abuela se sabía de memoria la Biblia.
Si no creo en la Iglesia no puedo creer en el Papa. Como dije en Italia: “El Papa es un funcionario, un político; y un gran político al frente de su régimen tiene que prometer, sonreír, sobornar...”
Espero que me juzguen por lo que escribo, no por lo que digo o me hacen decir. Es que por ejemplo yo soy sincero ahora con usted, pero quizás dentro de un cuarto de hora no esté ya de acuerdo con lo que estoy diciendo en este momento. En cambio, cuando uno escribe, tiene tiempo de reflexionarlo y de corregirlo.
Yo soy muy ilógico.
Lo que pasa es que los demás me toman demasiado en serio.
Cuando converso con alguien siempre trato, hago lo posible, porque el interlocutor tenga la razón. Además la idea de una discusión es errónea. Debiera ser una colaboración, una investigación para llegar a un fin y no importa si el fin queda de este lado o del otro. Los chinos dicen que no hay que discutir para ganar, sino para dar con la verdad.
No, yo no creo en Dios. No puedo creer en un Dios personal. Considero que hay un principio ético en el mundo. Y trato de ser un hombre ético, sin saber hasta qué punto la religión sea ética. No creo en el principio del castigo y la recompensa. No es ético. Sin embargo, mis mayores fueron predicadores metodistas, protestantes. Mi abuela se sabía de memoria la Biblia.
Si no creo en la Iglesia no puedo creer en el Papa. Como dije en Italia: “El Papa es un funcionario, un político; y un gran político al frente de su régimen tiene que prometer, sonreír, sobornar...”
Espero que me juzguen por lo que escribo, no por lo que digo o me hacen decir. Es que por ejemplo yo soy sincero ahora con usted, pero quizás dentro de un cuarto de hora no esté ya de acuerdo con lo que estoy diciendo en este momento. En cambio, cuando uno escribe, tiene tiempo de reflexionarlo y de corregirlo.
Yo soy muy ilógico.
Lo que pasa es que los demás me toman demasiado en serio.
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Jorge Luis Borges
Argentina, 1899/Suiza, 1986
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