Ascua encendida es el tesoro,
sombra que huye, la vanidad,
todo es mentira: la gloria, el oro.
Lo que yo adoro
sólo es verdad:
¡la Libertad!
Gustavo Adolfo Bécquer
FUNDAMENTACIÓN:
Consideramos que la educación no es un lujo, que no está destinada solamente a determinadas personas y que no es una circunstancia limitada a un determinado tiempo, sino al contrario: la educación es un derecho que todo ser humano posee, más allá de su condición social, capacidad intelectual, ideología o religión; y es una necesidad que debe durar toda la vida.
El Hombre forma parte de la sociedad en la que debe desarrollar sus actividades y en la que se contacta en forma permanente con sus semejantes. El Hombre en esa sociedad siente necesidades y una de ellas es la de pensar para poder elegir. Y esa elección entre dos o más opciones se le hace difícil cuando su educación es deficiente, escasa o simplemente nula. El Hombre requiere un perfeccionamiento integral y permanente que le permita realizarse como persona y alcanzar su destino trascendente.
Como miembros de una escuela para alumnos adultos, debemos ser conscientes de que nuestro objetivo es lograr que nuestros alumnos formen parte activa de la sociedad desde el ámbito en que se encuentren, con sus propias ideas y propuestas, con una mentalidad abierta al mundo que los rodea y una capacidad de pensamiento que les permita elegir entre varias opciones que se le presenten. Y la opción a la que nos enfrentamos como educadores es educar para la domesticación alienada o educar para la libertad, parafraseando al pedagogo Paulo Freire, quien contrapone en su teoría la educación para el hombre-objeto a la educación para el hombre-sujeto, ya que es necesario que a partir de la educación se haga posible la autorreflexión del hombre sobre su tiempo y su espacio.
Vivimos en un mundo perfectible, globalizado, en un mundo de guerras, hambre, corrupción, epidemias, mentiras. En un mundo que queremos mejor, pero nos sentimos condicionados por gobiernos, medios de comunicación, vecinos, amigos, familiares, circunstancias diarias de la vida. Es en estos momentos cuando se hace indispensable la integración del Hombre al medio en que vive y alimentar su capacidad de comprender el misterio de los cambios, sin que se convierta en un simple juguete de los mismos.
Pero sobre lo que debemos reflexionar como educadores de adultos, más allá de todas las teorías pedagógicas existentes, es por qué un día decidimos ser lo que somos: educadores. Recordar qué ideas pasaron por nuestras mentes jóvenes (o no tanto) que nos llevaron a pensar que nosotros podíamos cambiar muchas cosas y colaborar para que la educación mejore. Porque ningún maestro o profesor pensó antes de emprender sus estudios que de esa manera se haría rico materialmente; porque no debe existir educador que no lo sea por vocación, y si lo hay, triste destino le tocó...
Sostenemos que las ocho letras que conforman la palabra LIBERTAD dicen tanto como un libro entero; y todos sabemos a la perfección lo que significa esa idea, lo que vale, y el tiempo largo que no la tuvimos entre nosotros, aún cuando nuestra escuela funcionaba contra viento y marea.
Es por eso que creemos que LIBERTAD no debe ser sólo un nombre para una institución educativa, sino que tiene que ser un sentimiento, un ideal, una forma de afrontar nuestro trabajo y nuestra vida. En síntesis, debe ser nuestro proyecto educador: EDUCAR PARA LA LIBERTAD.
¿Por qué no proponemos un nombre de algún personaje ilustre o destacado de la zona o del ámbito de la educación?
1. La elección de una persona de trayectoria destacada en el ámbito zonal o educativo siempre provocaría desacuerdos en virtud de su misma condición humana: pensamiento, religión, simpatía política, acciones llevadas a cabo, con lo que no todos los que formamos parte de esta comunidad educativa estaríamos conformes o de acuerdo; o simplemente podría causar apatía, desinterés.
2. Porque creemos que es una propuesta original dejar de lado a los hombres ilustres para destacar en una idea, en un proyecto, lo que muchos de ellos (sino todos), desde sus diferentes ámbitos, defendieron.
3. La elección de un nombre de persona ilustre no causaría tanta adhesión o entusiasmo como la de un ideal, una forma de vida, un proyecto educador y un fin institucional como lo es la LIBERTAD.
4. La palabra LIBERTAD es un ideal de vida intrínseco de nuestra patria, cuyo grito escuchamos en cada acto oficial al entonar las estrofas de nuestro Himno Nacional.
Pensemos por último si en nuestra ciudad hay alguna calle, alguna institución, algún comercio o alguna entidad intermedia que ostente como nombre o estandarte la palabra LIBERTAD, símbolo de los más nobles sentimientos, la más alta aspiración que el Hombre procuró y procura eternamente alcanzar.
Consideramos que la educación no es un lujo, que no está destinada solamente a determinadas personas y que no es una circunstancia limitada a un determinado tiempo, sino al contrario: la educación es un derecho que todo ser humano posee, más allá de su condición social, capacidad intelectual, ideología o religión; y es una necesidad que debe durar toda la vida.
El Hombre forma parte de la sociedad en la que debe desarrollar sus actividades y en la que se contacta en forma permanente con sus semejantes. El Hombre en esa sociedad siente necesidades y una de ellas es la de pensar para poder elegir. Y esa elección entre dos o más opciones se le hace difícil cuando su educación es deficiente, escasa o simplemente nula. El Hombre requiere un perfeccionamiento integral y permanente que le permita realizarse como persona y alcanzar su destino trascendente.
Como miembros de una escuela para alumnos adultos, debemos ser conscientes de que nuestro objetivo es lograr que nuestros alumnos formen parte activa de la sociedad desde el ámbito en que se encuentren, con sus propias ideas y propuestas, con una mentalidad abierta al mundo que los rodea y una capacidad de pensamiento que les permita elegir entre varias opciones que se le presenten. Y la opción a la que nos enfrentamos como educadores es educar para la domesticación alienada o educar para la libertad, parafraseando al pedagogo Paulo Freire, quien contrapone en su teoría la educación para el hombre-objeto a la educación para el hombre-sujeto, ya que es necesario que a partir de la educación se haga posible la autorreflexión del hombre sobre su tiempo y su espacio.
Vivimos en un mundo perfectible, globalizado, en un mundo de guerras, hambre, corrupción, epidemias, mentiras. En un mundo que queremos mejor, pero nos sentimos condicionados por gobiernos, medios de comunicación, vecinos, amigos, familiares, circunstancias diarias de la vida. Es en estos momentos cuando se hace indispensable la integración del Hombre al medio en que vive y alimentar su capacidad de comprender el misterio de los cambios, sin que se convierta en un simple juguete de los mismos.
Pero sobre lo que debemos reflexionar como educadores de adultos, más allá de todas las teorías pedagógicas existentes, es por qué un día decidimos ser lo que somos: educadores. Recordar qué ideas pasaron por nuestras mentes jóvenes (o no tanto) que nos llevaron a pensar que nosotros podíamos cambiar muchas cosas y colaborar para que la educación mejore. Porque ningún maestro o profesor pensó antes de emprender sus estudios que de esa manera se haría rico materialmente; porque no debe existir educador que no lo sea por vocación, y si lo hay, triste destino le tocó...
Sostenemos que las ocho letras que conforman la palabra LIBERTAD dicen tanto como un libro entero; y todos sabemos a la perfección lo que significa esa idea, lo que vale, y el tiempo largo que no la tuvimos entre nosotros, aún cuando nuestra escuela funcionaba contra viento y marea.
Es por eso que creemos que LIBERTAD no debe ser sólo un nombre para una institución educativa, sino que tiene que ser un sentimiento, un ideal, una forma de afrontar nuestro trabajo y nuestra vida. En síntesis, debe ser nuestro proyecto educador: EDUCAR PARA LA LIBERTAD.
¿Por qué no proponemos un nombre de algún personaje ilustre o destacado de la zona o del ámbito de la educación?
1. La elección de una persona de trayectoria destacada en el ámbito zonal o educativo siempre provocaría desacuerdos en virtud de su misma condición humana: pensamiento, religión, simpatía política, acciones llevadas a cabo, con lo que no todos los que formamos parte de esta comunidad educativa estaríamos conformes o de acuerdo; o simplemente podría causar apatía, desinterés.
2. Porque creemos que es una propuesta original dejar de lado a los hombres ilustres para destacar en una idea, en un proyecto, lo que muchos de ellos (sino todos), desde sus diferentes ámbitos, defendieron.
3. La elección de un nombre de persona ilustre no causaría tanta adhesión o entusiasmo como la de un ideal, una forma de vida, un proyecto educador y un fin institucional como lo es la LIBERTAD.
4. La palabra LIBERTAD es un ideal de vida intrínseco de nuestra patria, cuyo grito escuchamos en cada acto oficial al entonar las estrofas de nuestro Himno Nacional.
Pensemos por último si en nuestra ciudad hay alguna calle, alguna institución, algún comercio o alguna entidad intermedia que ostente como nombre o estandarte la palabra LIBERTAD, símbolo de los más nobles sentimientos, la más alta aspiración que el Hombre procuró y procura eternamente alcanzar.
Sergio Fassanelli
2003
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