ESTE BLOG PERJUDICA SERIAMENTE A LA IGNORANCIA

SI QUIEREN GASTAR MENOS EN CÁRCELES, INVIERTAN MÁS EN EDUCACIÓN

domingo, 14 de julio de 2013

ARAÑA Y LA VIEJA ENAMORADA

"Mujer apacentando su vaca" de Jean Francois Millet


Cuento de Togo-Tim (África)

Una vieja muy vieja quería, a toda costa, acostarse con un hombre. Pero ninguno tenía ganas de acostarse con ella. Entonces tuvo una idea: ató una vaca por los cuernos y llevándola así con ella, iba diciendo: “Al hombre que se acueste conmigo, le regalo la vaca”.
La mujer de Araña la escuchó y esa noche, cuando su marido volvió de trabajar en la granja, le comentó la noticia.
-¿Es una linda vaca? –preguntó Araña.
-La vaca es lindísima –dijo su esposa-. Pero la vieja es muy fea.
Al día siguiente, Araña no fue a la granja. Muy tranquilo, se sentó en el suelo a la puerta de su casa. Al rato, pasó la vieja voceando su extraña propuesta y se detuvo al ver que Araña la observaba con mucho interés.
-¿Te gustaría acostarte conmigo? –le preguntó.
-Por supuesto, me gustaría muchísimo. Ni siquiera me interesa la vaca. Pero eso sí: cuando hago algo, quiero hacerlo bien y ya veo que no será fácil darte el gusto. Para satisfacerte de verdad hay que ser muy fuerte, y en casa no hemos comido bien últimamente. Estoy un poco débil. Pero si me como la vaca, me volverán las fuerzas y podré complacerte como es debido.
-De acuerdo –dijo la anciana, muy entusiasmada-. Te dejo la vaca. La matas, comes bastante carne, y después vengo a acostarme contigo.
-La debilidad no es algo que se pueda solucionar con una sola buena comida. Necesito comerme toda la vaca, y eso me va a llevar más o menos una semana.
Se pusieron de acuerdo y la vieja se fue. Araña mató a la vaca, apartó la cabeza, la sangre y las tripas y su mujer cocinó el resto para ellos y sus hijos. Durante varios días toda la familia se hartó de deliciosa carne de vaca.
Pero no había pasado la semana cuando apareció la vieja, muy ansiosa.
-Todavía no llegué a la cabeza –le dijo Araña-, que es lo que más fuerzas me da.
Y le mostró la cabeza de la vaca. La vieja empezó a venir todos los días y Araña siempre le decía que faltaba terminar la cabeza. Finalmente se comieron la cabeza también.
-Ahora tendré que hacer feliz a la vieja –dijo Araña.
-Bueno, lo importante es que nos comimos la vaca –dijo su mujer.
Y entre los dos pusieron en práctica el plan de Araña. A la mañana siguiente el hombre untó el vientre y las piernas de su esposa con la sangre y las inmundicias de las tripas de la vaca. En ese estado, se sentó ella en la puerta de la casa. Al rato llegó la vieja y la miró horrorizada.
-¿Qué te ha sucedido?
-Es que ayer mi marido terminó la cabeza de la vaca –dijo la señora Araña-. Después fue a ver al herrero y le pidió una punta de hierro para su pene. Y anoche me dijo: “Ven aquí, quiero probar si estoy lo bastante fuerte para satisfacer a esa hermosa anciana”. ¡Y me dejó así! Pasa, pasa, Araña te está esperando en casa, creo que te vas a divertir mucho con él.
La vieja salió corriendo lo más rápido que pudo y nunca más se le ocurrió volver a molestar al ingenioso Araña.




A lo largo de la costa de África Occidental, el ingenioso Araña y su familia hacen de las suyas. Ya sea como Anansi, para los akan y los ashanti, o como Gizo para los hausa. En este caso, la burlada es una vieja deseosa de amores, personaje siempre cómico y reprensible de la tradición universal. Fray Luis de León en “La perfecta casada” (1583) fustiga a las mujeres que tratan de disimular su edad para seguir atrayendo a los hombres. “Aún a las edades quietas y metidas ya en el puerto de la templanza, las galas de los vestidos lucidos y ricos las sacan de sus casillas, e inquietan  con ruines deseos su madurez grave y severa, pesando más el sainete del traje que la frialdad de los años”.


Texto extraído de:

No hay comentarios: