Un día, en el expreso Soria-Monteverde,
vi subir a un hombre con una oreja verde.
Ya joven no era, sino maduro parecía,
salvo la oreja, que verde seguía.
Me cambié de sitio para estar a su lado
y observar el fenómeno bien mirado.
Le dije: Señor, usted tiene ya cierta edad;
dígame, esa oreja verde, ¿le es de alguna utilidad?
Me contestó amablemente: Yo ya soy persona vieja,
pues de joven solo tengo esta oreja.
Es una oreja de niño que me sirve para oír
cosas que los adultos nunca se paran a sentir:
oigo lo que los árboles dicen, lo que los pájaros cantan,
las piedras, los ríos y las nubes que pasan.
Así habló el señor de la oreja verde
aquel día, en el expreso Soria-Monteverde.
(Italia, 1920/1980)
Escritor, pedagogo y periodista italiano, especializado en literatura infantil y juvenil.
7 comentarios:
Mmmm
Mmmm
Única manera de ser maestro: tratando de conservar una oreja verde.
Única manera de ser maestro: tratando de conservar una oreja verde.
Está bueno. Lo lei en voz alta.
Está bueno. Lo lei en voz alta.
Tiene razón este señor pero por estos tiempos en ciertos lugares ni lo niños se detienen a escuchar. Está bueno para tenerlo en cuenta
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