—Declare su versión de los hechos —mandó el
juez.
El escribiente, las manos en el teclado,
transcribió los dichos del acusado, conocido por su apodo de “El Tornillo”,
residente en la ciudad de Melo, mayor de edad, de estado civil soltero,
profesión desocupado.
El acusado no negó su responsabilidad en el
delito que se le imputaba. Sí, él había estrangulado una gallina que no era de
su propiedad. Alegó:
—Tuve que matarla. Hacía tiempo que me
chiflaba la panza vacía.
Y concluyó:
—Fue
en defensa propia, señor juez.
(Uruguay,
1940)
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