La próxima vez lo que haría es mirar
la tierra antes de decir algo. Detenerme
justo antes de entrar en una casa,
y por un minuto ser emperador
y escuchar el viento
o el aire inmóvil.
Cuando alguien me hablase para
culparme o alabarme, o solamente por pasar el rato,
signo de lo que alzó la voz.
Y sobre todo, conocería más –la tierra
que se afirma en sí misma y se levanta, el aire
que encuentra cada hoja y cada pluma sobre
el bosque y el agua, y en todas las personas
el cuerpo que resplandece adentro de la ropa
como una luz.
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