Opción: Un juez norteamericano les dio a varios detenidos las posibilidad de no ir a la cárcel a cambio de asistir a un curso de literatura
NUEVA YORK (ANSA).— Un juez de una pequeña ciudad del Estado norteamericano de Massachusetts decidió poner en práctica sus convicciones de que la literatura puede influir sobre la vida, y condenó a los delincuentes a leer las obras maestras de Ernest Hemingway, John Steinbeck y Jack London, para no ir a la cárcel.
El experimento fue aplicado por un juez y un profesor universitario, compañeros de tenis. El magistrado, Robert Kane, se sentía frustrado porque «no lograba intervenir para impedir a los jóvenes volver a cometer los mismos errores».
Al comentarle sus sentimientos a su compañero de tenis, el profesor Robert Waxler, de la Universidad de Massachusetts, este le ofreció ofrecerles a los delincuentes una pena alternativa a la cárcel: que asistan a los cursos sobre literatura que dicta.
«Estoy profundamente convencido de que entre todos los instrumentos a nuestra disposición para hacer más humano el mundo, la literatura es el más eficaz», afirma Waxler, titular de la cátedra de Letras.
En su primera lección, los «detenidos» discutieron la relación entre dos campesinos, George y Lennie, en el libro de John Steinbeck «Viñas de ira». George protege a Lennie, un deficiente mental dotado de extraordinaria fuerza física, que termina por destruir aquello que más ama.
«Para mí, George se aprovecha de Lennie. Es él el que toma el dinero», dijo Walter Grajales, un ladrón de autos, de 19 años, de los cuales pasó dos en prisión. Durante una pausa de la lección, Grajales afirmó no creer más en la amistad: fue traicionado varias veces por personas que consideraba amigas.
Al retomar la lección, otro estudiante sentenció: George debería haber seguido ayudando a Lennie si la amistad fuera auténtica. «George ya lo había sacado de otros problemas. Pero estaba cansado. Era un peso demasiado grande».
El programa que ofrece la pena alternativa está dando frutos. Terminado el curso, Grajales retomará sus estudios para completar el ciclo secundario.
Un estudio efectuado por el criminalista Roger Jaujoura confirma que las personas que frecuentan el curso del profesor Waxler tienen una probabilidad menor de volver a cometer delitos respecto de los que no participaron. De los 32 condenados que han seguido las lecciones por uno o dos años, solo seis volvieron a tener problemas con la ley.
Para participar, el condenado debe al menos leer, y debe convencer al juez de que tiene la voluntad de cambiar de vida. «Para los irreductibles, no tengo ningún problema en mandarlos a la cárcel. Pero hay muchas personas que experimentan solamente la criminalidad. Estas son las que se pueden salvar».
(Noticia extraída del diario «La Nación», del lunes 11 de octubre de 1993)
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