La periodista me preguntó
si yo creía en el más allá
y le dije que no
si eso no me angustiaba
y le dije que sí
pero también es cierto
que a veces la vida
provoca más angustias
que la muerte
porque las vejaciones
o simplemente los caprichos
nos van colocando en compartimientos
estancos
nos separan los odios
las discriminaciones
las cuentas bancarias
el color de la piel
la afirmación o el rechazo
de dios
en cambio la muerte
no hace distingos
nos mete a todos en el mismo saco
ricos y pobres
súbditos y reyes
miserables y poderosos
indios y caras pálidas
ibéricos y sudacas
feligreses y agnósticos
reconozcamos que la muerte hace siempre
una justa distribución de la nada
sin plusvalías ni ofertas ni demandas
igualitaria y ecuánime
atiende a cada gusanito
según sus necesidades
neutra y equitativa
acoge con igual disposición y celo
a los cadáveres suntuosos de extrema derecha
que a los interfectos de extrema necesidad
la muerte es ecléctica pluralista social
distributiva insobornable
y lo seguirá siendo
a menos que a alguien
se le ocurra
privatizarla
(Uruguay, 1920/2009)
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