Mitos, leyendas (de esas
que van de boca en boca, anónimas, y que se van “enriqueciendo” cual teléfono
descompuesto) o verdades, un poco de todo, quién sabe, o quizás un verdadero culebrón,
pero no deja de ser simpática la historia que compartiremos a continuación:
La fabricación de galletitas
para consumo masivo comenzó en 1875 de la mano de Bagley, cuando por una
resolución del ministerio de Economía, durante la presidencia de Nicolás
Avellaneda, se eximió a la compañía del estadounidense Melville Sewell Bagley,
del pago de impuestos aduaneros para que pudiera importar las maquinarias
necesarias para elaborar aquí ese alimento que hasta ese momento se importaba
del Reino Unido.
La primera galletita
lanzada por Bagley en la Argentina se llamaba “Lola” y se hizo muy popular. El
Perito Moreno llevaba galletitas “Lola” a sus expediciones y le convidaba a los
tehuelches. Decían que era tan sana, por no tener agregados artificiales, que
era parte de la dieta de los hospitales. Precisamente, cuentan que mientras un
enfermero trasladaba en una camilla a un paciente que acababa de morir rumbo a
la morgue, un visitante que pasaba, acotó: “Este no quiere más Lola”, dando
origen a esa frase que describe a alguien que se dio por vencido.
La Argentina es el país
del mundo con mayor consumo de galletitas. Cada uno de nosotros se come, por
año, entre 12 y 13 kilos de este alimento.
Posiblemente no existan, para
el paladar de los consumidores argentinos, golosinas clásicas tan populares
como la “Tita” y la “Rhodesia”. A través de los años ambas se han ganado el cariño
y simpatía de un pueblo entero, pero la desconocida historia detrás de estas
golosinas revela oscuros entramados de infidelidades, asesinatos y envidias.
La “Tita” fue creada por
Edelmiro Carlos Rhodesia en 1949 y la “Rhodesia” nació posteriormente, cuando
la fábrica ya estaba en manos de Terrabusi. Rhodesia fue un joven empresario,
pionero en la industria alimenticia argentina hacia finales de los años 40. Nació
en Lobos, provincia de Buenos Aires, a principios de siglo XX y después de
finalizar una carrera militar sin grandes lauros vuelve a su ciudad natal donde
funda una pequeña compañía. En 1943 conoce a una viuda con la que se casaría
dos años después, Lidia Martínez de Terrabusi.
Ni fueron felices ni
comieron perdices, aunque sí, galletitas. Lidia engañaba a Rodhesia
descaradamente. A tal punto que esas infidelidades dieron origen a la hasta hoy
comercializada galletita “Melba”. La historia cuenta que en 1947 nace la
primera y única hija del matrimonio, a la que bautizan “Melba”. Pues bien,
Edelmiro Carlos Rodhesia advierte que la niña no se parecía mucho a él, ya que
tenía un color de piel oscuro, muy diferente a su tez blanca. Esto le genera
grandes conflictos y discusiones con su esposa sobre la paternidad de su hija.
Por eso las galletitas “Melba” son oscuras, de chocolate con relleno sabor a
limón, casi una metáfora de acidez entre la dulzura.
Una tarde de 1949,
Rhodesia decide preparar un postre casero que había aprendido a cocinar en sus
años de estudiante. El postre consistía en dos galletitas dulces rellenas
recubiertas con un baño de chocolate. Melba, la niña que entonces tenía dos
años, al no poder pronunciar correctamente la palabra galletita, la nombraba “Tita”, y fue así como la preparación fue
bautizada.
El éxito de la empresa fue
inmediato, y sus ventas se multiplicaron enormemente con la llegada de la
televisión. Pero no todos veían con buenos ojos el ascenso de Rhodesia. Los
Bagley, familia tradicional productora de golosinas, sufrió increíbles pérdidas
y estuvo cerca de declararse en bancarrota.
Rodhesia fue asesinado. No hay
datos ciertos sobre las circunstancias de un homicidio que hasta el día de hoy
fue acallado por sus protagonistas. Pero según la investigación del profesor
Ricardo Bordato, en marzo de 1956 Roberto Bagley, un impulsivo joven heredero
de la fortuna de su familia, disparó repetidas veces sobre la espalda de
Edelmiro Carlos mientras este preparaba el dulce de leche repostero. Edelmiro Carlos
murió al instante, Bagley estuvo prófugo varios meses hasta que fue capturado
en Holanda.
En marzo de 1959 Lidia
Martínez, viuda de Rodhesia, vendió la empresa de Edelmiro Carlos al primo de
su primer exmarido, José Félix Terrabusi y posteriormente la empresa lanzó la
golosina “Rhodesia” en honor a aquel mártir, el 1º de julio de 1974, aunque
muchos afirman recordar la “Rhodesia” desde alrededor de 1962.
Hasta el momento de su
fallecimiento en 1989, Lidia jamás hizo declaraciones públicas sobre el asesinato
de su último marido, algo que para todos, sencillamente sigue siendo un
misterio.
Lo cierto es que de todo este
lío, quedó una hija, una señora de 70 años que vaya a saber por dónde andará y
que, tras su tragedia ostenta como nombres propios, los de dos galletitas:
Melba Rodhesia.
1 comentario:
me encanto!!!! MUY INTERESANTE!!
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