Me levanté sin que se dieran cuenta
y salí sin hacerme notar.
Había estado todo el día
entre ellos, intentando
hacerme oír,
procurando decirles
lo que me habían encargado.
Pero el recado que me dieron
no era preciso. El humo,
la música, el ruido de las risas
y de los besos —estallaban
como las rosas en el aire—,
eran más fuertes que mi voz. Cansada
de mi trabajo inútil,
me levanté,
abrí la puerta
y salí del hermoso lugar.
Desde la calle
miré por la ventana: nadie había
advertido mi ausencia.
Caminé. Volví el rostro:
ninguno me seguía.
Sevilla (España), 1925
2 comentarios:
Estaba muerta?
No lo había pensado desde ese punto de vista. Para mí se fue de un círculo al que nunca había pertenecido y terminó dándose cuenta de que realmente a nadie le había importado su existencia jamás, por eso a nadie le afectó su ausencia, nadie notó su salida...
Publicar un comentario