La abuela tenía un método
para calmar a las tías copetudas
cuando les venía la maroma:
se ponía unos guantes, las frotaba
con ortigas en los brazos y la espalda.
Las tías copetudas le gritaban
pare madre por favor que nos morimos.
Ella respondía que a la próxima
con un cardo y más abajo ya las curo,
lo que hago es por el bien de la familia.
La maroma es una especie
de calentura que les daba en carnaval,
esa época empestada por los negros
que a la tardecita jetoneaban demasiado
baile encima, y después de madrugada
las hijas no querían ir al tambo a trabajar.
Y así era el repetido sermón todo el verano
que iba y venía con la abuela por la casa:
acá somos del llano y es la llanura
lo que siempre ha de haber entre nosotros
tanto adentro como afuera: cosas claras
y el trabajo lo primero puesto arriba de la mesa.
Qué me vienen copetudas que pretenden
vivir en una caja musical de princesitas.
Yo les voy a dar una película mejor.
(Rafaela, 1979)
1 comentario:
Jajaja... maroma sería calentura?. Muy bueno!
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